EL SILENCIO NOS HABLA

Por definición, el SILENCIO es la ausencia de sonido, pero ¿cómo lo percibimos?.

Aunque no seamos conscientes de ello, vivimos en un mundo lleno de ruido. Ese ruido exterior (tráfico, gritos, máquinas, música a tope...) acaba formando parte de nuestro interior (nos duele la cabeza, tenemos estrés, nos pesa el cuerpo...). El ruido nos invade y nos acostumbramos a él. Lo incorporamos a nuestra vida sin darnos cuenta. Por eso, cada vez más, las personas necesitan espacios para aislarse de ese ruido. A través de meditaciones, relajaciones, contacto con la naturaleza..., porque son conscientes que es la vía que las lleva al conocimiento.

Personas que hablan sin cesar (¿qué es lo que no quieren escuchar?) y personas que casi no hablan nunca (¿qué tienen miedo a expresar?) son polos opuestos del mismo conflicto: COMUNICACIÓN.

En la televisión, estamos hartos de ver debates donde todos los tertulianos hablan a la vez defendiendo su verdad (su percepción) para convencer al otro. No hay silencio para la reflexión. Solo palabras y más palabras. Hay una necesidad de reconocimiento que les impide compartir sus visiones y enriquecerse con las opiniones de los demás. 

También conocemos el silencio que comparten dos personas que no tienen nada que decirse, o que no se atreven a decir; ese silencio incómodo que se puede cortar. Es un silencio no buscado, sino encontrado, fruto del desgaste, la apatía, el miedo... Es un silencio que necesita coraje, riesgo. 

¿Has experimentado el SILENCIO alguna vez? ¿Cómo lo vives? ¿Te sientes a gusto en silencio? ¿Te incomoda?...

De la misma manera que el silencio en una partitura musical tiene su sentido para la melodía, te invito a buscar ese silencio que nos permite la comunicación con nosotros mismos. Ese silencio buscado, tan apetecible dentro de nuestro mundo. Ese silencio que abre un mar de posibilidades, muchas de ellas desconocidas, que van a enriquecer nuestra vida. Ese silencio vital, muchas veces olvidado.

DATE PERMISO PARA QUE EL SILENCIO TE HABLE