9/12/14

Cuentoterapia: UN MERECIDO DESCANSO...

Erase una vez un país muy lejano donde siempre era de noche. La única luz que sus habitantes podían ver era la luz de la luna. La luna se sentía muy poderosa sabiendo que todos dependían de ella para poder vivir. Y así pasaron años y años, hasta que un día llegó un visitante de otro país y quedó sorprendido de tanta oscuridad.
Éste empezó a contar historias de su país y todos quedaron maravillados al ver que más allá de sus fronteras había un mundo lleno de colores que nunca hubieran imaginado que podía existir.
El viajante quiso saber quién era el responsable de tanta oscuridad y todos los habitantes enseguida le dijeron que fuera a ver a la luna, que ella era la reina del lugar.
El viajante, sin dudarlo, se puso ante la luna y le dijo:
-      ¿Tú eres la responsable de tanta oscuridad?
-      No. Yo soy la encargada de que haya luz en este país –respondió la luna.
-      Pero si siempre es de noche –dijo el viajante.
-      Así es –añadió la luna-. La noche me permite brillar con luz propia.
-      ¿Has pensado alguna vez qué pasaría si tú no estuvieras aquí?
-      Imposible –dijo la luna-. Mi misión es iluminar para que la noche no sea tan oscura; y por esta razón, todos me están muy agradecidos. No puedo abandonarlos.
-      Tu intención es buena –añadió el viajante-, pero creo que has estado durante demasiado tiempo velando para iluminar este lugar y ahora te mereces un descanso. Sólo te puedo decir que no debes preocuparte por nada. Todo estará bien, yo me encargo de ello.

Así lo hizo la luna, se retiró a descansar.
Y, durante su descanso, sucedió algo maravilloso: la gente del lugar vio aparecer una luz a lo lejos en el horizonte; era el sol del amanecer, y con él, su mundo se vistió de colores.

Gracias a la decisión de la luna, podían ver por primera vez los colores que siempre habían estado allí.

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