Tal y como es nuestro deseo, este día lo vamos a
dedicar a a enriquecernos y sobre todo a aprender juntos con colaboraciones de
otr@s compañer@s con lo que ell@s deseen aportar libremente, así
que hoy damos la
bienvenida a nuestra compañera Feli.
Feli, gracias por tu colaboración, por tu
trabajo y por compartir.
Presentación
Mi nombre es Feli. Soy una
enamorada de bioneuroemoción. Esta filosofía me aporta nuevas perspectivas y
nuevos puntos de vista y poder así, desplegar las capacidades y potenciales.
Empecé desde muy joven
escribiendo poesías, historias cortas y actualmente cuentos terapéuticos. Es
asombrosa la fuerza que tienen para transformar conflictos y creencias,
venciendo resistencias que dificultan llegar al niño interior.
"CUENTOS DEL MUNDO
MÁGICO"
Atena, el hada.
PARTE I
En el país donde nacen las hadas, se estaba celebrando una fiesta
muy especial, había nacido una nueva Hada, de nombre Atena, era un
acontecimiento que solo sucedía cada mil años, hasta él se habían acercado para
conocerla, Lamías, Oceánidas, Sílfides y un sin fin de seres mágicos más.
Atena tenía un cutis blanco-rosado con destellos perlados, una
carita con una sonrisa capaz de iluminar una estancia entera. Su pelo era fino
y ondulado y una mirada marrón verdosa que te acariciaba, era pura luz.
Cada ser del mundo mágico que allí se congregó, como obsequio, la
fue dotando de distintos dones. Y así, uno a uno, fue compartiendo sus dones,
regalándole la magia de las palabras, la intuición de saber las necesidades que
encierra el corazón humano, los secretos que ha de conocer para crear luz del
amanecer, la sabiduría del bosque.
Unas y otras fueron entregando los dones mágicos. Hubo un don,
entre todos los entregados que captó la atención de los asistentes, provenía de
un hada descendiente de las brujas. Un don que le enseñaría más que ninguno,
puesto que dependiendo de cómo lo emplease, le podría traer felicidad o
desgracia, cuando algo le molestara, se transformaría. Y recitó un verso:
“Me llaman trol,
milagro de huracanes,
pies de elefante,
Fuego de dragones.”
“Pero no temáis mis reyes, cuando Atena esté preparada, vendrá a
buscarme y yo le enseñaré el control de estas poderosas fuerzas. Pero primero,
deberá experimentarlas por ella misma”. Y con estas palabras se marchó. Todos,
desde entonces guardaron silencio ante el temor de que pudiera hacerse
realidad, lo que consideraban una maldición.
Entre embelesados y asustados, todos en el reino, vieron crecer a
Atena, mimada y consentida. Cuando cumplió los 15, años en ella despertaron
unas fuerzas descomunales, raro era el día que alguien no resultaba herido o
magullado, todos la evitaban. Ya no sabían como tratarla para no hacerla
enfadar.
Los reyes desesperados consultaron a las aves del paraíso, para
saber que es lo que debían hacer con la joven hada. La respuesta fue clara:
“¡Dejadla libre en la montaña!”. La reina con desesperación y tristeza
respondió: “¡Pero eso sería abandonarla!”
Pero el razonamiento de las aves del paraíso fue claro: “Tiene que
aprender a valerse por sí misma y afrontar las consecuencias de sus actos.”
Así fue como se encontró Atena en medio del bosque enfadadísima y
furiosa, arremetiendo, destruyendo y quemando todo lo que encontraba a su paso.
Hasta que agotada, fue consciente de que no tenía leña para calentarse, pues
había quemado todos los árboles del entorno.
Estaba asustada y se sentía sola, y en ese momento tocó el
medallón que colgaba de su cuello desde que nació. Al abrirlo encontró un mapa
y recordó las historias no contadas que se escuchaban en el reino desde muy
pequeña. Con este pensamiento, emprendió el camino siguiendo la dirección del
mapa en busca de respuestas.
Atena, el hada.
PARTE II
En la oscuridad, Atena divisó una chispeante hoguera, a medida que
se acercaba, la envolvió como un manto invisible, un humo con aroma a canela y
menta. Al llegar a una colorida cabaña, se encontró un personaje muy
pintoresco, un saltimbanqui fumando de una cachimba de la cual salía un aroma
embriagador. Este saltimbanqui, de nombre Cuanto, tenía la habilidad de crear
cualquier aroma, perfume u olor que se imaginara.
Empezaron a conversar y Cuanto le contó a Atena mil aventuras que
había vivido en el circo. Así pasaron las horas charlando hasta que casi
amaneció. En el momento en el que despuntaban los primeros rayos de sol Atena
emprendió la marcha en busca de respuestas.
Tras muchas horas de camino a lo lejos divisó una enorme montaña,
en la ladera de ésta había una gran puerta de madera con clavos dorados. La
entrada estaba custodiada por dos gigantescos troles de mil ojos.
Por más que llamaba nadie contestaba y los troles no le permitían
el paso. Atena empezó a impacientarse y con mucho enojo gritaba “¡Qué pasa
aquí! ¡Salid malditos cobardes!” Bramaba roja de furia, transformándose en un
trol y los sonidos que salían de su boca eran como truenos. En ese momento se
produjo un terremoto y empezaron a caer rocas dando de lleno a los troles e
hiriéndolos gravemente.
Horrorizada se acerco a los troles, “¡Perdonadme, no sabía que
esto se iba a derrumbar! Lo siento, ¿qué puedo hacer para salvaros?”, les decía
desesperada.
En ese mismo instante de la nada, apareció el hada de las brujas.
“Hola Atena ya veo que por fin has venido. Sé que te has estado preguntando la
razón del don que te di, pues bien tú eres la elegida para deshacer el
maleficio del medallón. No te preocupes por estos troles con un poco de
descanso se recuperarán”. Atena entre lágrimas “Pero, ¿Cómo me has podido dar
este don que causa tanto dolor a todos los que se acercan?”.
“Atena el don no es malo, sino el descontrol con el que lo
empleas. Su energía es tan poderosa que mal empleada te deja sin poder ver y
medir las consecuencias de tus actos. Quédate unos días y te enseñaré todo lo
que necesitas saber.” La joven hada aceptó.
Las puertas se abrieron y comenzaron a recorrer las estancias
iluminadas por bellísimas estalactitas de cristal, que irradiaban
resplandecientes colores del arco iris. Hasta llegar a una hermosa y luminosa
estancia. El hada de las brujas le contó a Atena la historia del maleficio.
Hace miles de años hubo una gran guerra entre el mundo mágico y los
hombres. El señor Ego, mal metiendo, propició la guerra y los llevó a la locura
y al desastre. Para que nunca más sucediera esto, hubo un pacto universal, sólo
se integrarían en los dos mundos, las personas y los seres mágicos más sabios y
puros. Se estableció que deberían pasar unas pruebas. Dominar la furia y sus
hermanas menores, la ira, la rabia y la cólera. Deshacer la tristeza, que
oculta la pasividad, la pereza y el enfado. Y superar los miedos que no dejan
entrar el amor. Los que no las superasen vivirían en el mundo animal y apenas
recordarían que alguna vez vivieron en el paraíso.
Cada día que pasaba Atena adquiría nuevas habilidades y
conocimientos. Aprendió los pasos para destilar la bebida mágica de la risa,
utilizar la balanza de oro de la templanza, para armonizar sus potenciales. Le
enseñó que el medallón era la brújula que le indicaría la medida exacta de su
enfado y sabría exactamente el nivel que jamás debía traspasar.
Y con esta sabiduría tomó el camino de regreso a casa.
Autora:
Feli Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario