9/2/15

EMOCIONES CONOCIDAS: LA LLAVE DEL CAMBIO

Somos seres únicos, cada uno de nosotros. Irrepetibles. Cuerpos de información, con nuestras percepciones. Y solamente nosotros estamos capacitados para saber qué nos ocurre. Podemos compartir nuestras vivencias y emociones, pero nadie será capaz de experimentar lo que nosotros sentimos.

Ponemos nombres a las emociones y creemos que así estamos hablando de lo mismo, pero cada uno vive esa emoción desde una tonalidad distinta, la suya propia, la derivada de toda su trayectoria vital. Es lógico que si la historia que cada uno llevamos a cuestas es distinta, también sea distinta la emoción vivida.

Esa emoción que nos desequilibra, que nos desborda, que nos hunde... y que se repite una y otra vez en nuestra vida, es la llave que abre la puerta a nuestra sombra. Para nosotros es una emoción demasiado conocida. Frecuenta nuestra vida como si alguien la hubiera invitado, y está claro que no hemos sido nosotros. Tenemos que tratarla como una joya, porque nos va a permitir llegar hasta el punto de partida, hasta el origen. 


Tenemos tendencia a querer hacer desaparecer las emociones perturbadoras, pero cada vez que las evitamos estamos perdiendo la oportunidad de transformarlas y así poder cambiar nuestra vida. Las vamos congelando y nos resultan muy pesadas de sobrellevar. Aunque nos parezca increíble, esas emociones son el punto de partida para poder vivir nuestra propia vida, sin interferencias de informaciones pasadas de nuestros ancestros. No estoy hablando de sufrir. El sufrimiento no tiene ningún sentido. Estoy hablando de aprovechar la información que nos llega para poder liberar todo lo no liberado hasta el momento. Información que ha sido presente, quizás durante décadas, en nuestro inconsciente familiar o colectivo. Se trata de una emoción encapsulada que se abre y nos permite tener el poder de elegir la vida que queremos vivir.

El juego consiste en coger esa emoción y observar su contexto. ¿Qué elementos provocan esa emoción en mí? ¿Quién interviene en esa situación? ¿Qué palabras utilizo con esa emoción incorporada? (si es que puedo hablar...) ¿Qué palabras oigo que me provocan esa emoción? ¿A qué sabe esa emoción? ¿Dónde la siento en el cuerpo? ¿Me recuerda situaciones pasadas? ¿Dónde estaba? ¿Con quién?... Se trata de ir tirando del hilo, que puede llegar hasta nuestro árbol genealógico, para tomar conciencia de todo lo que encierra esa emoción. La toma de conciencia permite un cambio de percepción. Y, como consecuencia de ello, esa emoción ya nunca volverá a ser igual y tendremos la posibilidad de nuevas emociones, desconocidas hasta el momento.

Perdemos carga y ganamos libertad. ¿Os apetece jugar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario